06/05/2022PIGAFETTA, 06-05-1522
Por fin, con la ayuda de Dios, el 6 de mayo doblamos el cabo aquel manteniéndonos a unas sus cinco leguas. O nos acercábamos tanto, o no lo habríamos pasado nunca. Navegamos después al mistral, sin repostar los víveres durante dos infinitos meses. En ese plazo murieron veintiún hombres. Cuando echábamos el cadáver al mar, los cristianos se sumergían siempre con el rostro arriba; los indios, con el rostro hacia abajo. Si Dios no nos enviaba buen tiempo, íbamos todos a morir de hambre. Por fin, a impulsos de irresistible necesidad, nos aproximamos a las Islas de Cabo Verde.