El lunes por la mañana nuestro escribano, en compañía del intérprete, desembarcó en Zubu. Vino el rey con sus principales a la plaza e indicó a los nuestros que se sentasen cerca. Preguntoles si más de un capitán iba en aquella compañía y si intentaban que él pagase tributo a su amo el emperador. Respondieron que no, que pretendían solamente que comerciase con ellos antes que con otros. Dijo que eso le satisfacía y, si nuestro capitán quería ser amigo suyo, que le enviaría un poco de sangre de su brazo derecho y el haría otro tanto, en símbolo de su amistad más verdadera. Aceptose la comisión. Terminó el rey inquiriendo, ya que cuantos capitanes tocaban allá intercambiaban presentes con él, sobre si era nuestro capitán o él mismo quien debía empezar. Ante lo que el intérprete dijo que, pues deseaba mantener tal costumbre, empezara él; y él empezó.
08/04/2021PIGAFETTA, 08-04-1521