En las últimas horas de la noche del martes 11 de febrero de 1522, partiendo de la isla de Timor, nos adentramos en el océano -el Lant Chidol, para los de aquellas tierras-, y, con enfilar entre garbino y poniente, dejamos a mano derecha, hacia la tramontana (y por miedo al rey de Portugal), la isla Zamatra, que llamaron Taprobana en otro tiempo, Pegú, Bengala, Uriza, Chelin -en la que viven los malabares, bajo el rey de Narsingha-; Calicut, bajo el mismo rey; Cambaia... Ésta comprende a Guzerati, Cananor, Goa, Ormus y toda la otra costa de la India Mayor.
Cuya India Mayor la integran seis castas de hombres: naires, panicalos, iranaos, pangelinos, macuaos y poleaos. Los naires son la casta dominante; los panicalos, los ciudadanos (esas dos castas conversan entre sí); los iranaos recolectan el vino de palma y los higos; los pagelinos son los marineros, y los macuaos los pescadores. Los poleaos, por último, siembran y recogen el arroz; viven perennemente en el campo, sin pisar ciudad alguna..., y, cuando se les da algo, lo ponen sobre la tierra antes de recogerlo. Siguen las calles sin olvidarse de gritar: "¡Po! ¡Po! ¡Po!"; o sea, "¡Guardaos de mí!". Ocurrió, según me refirieron, que un nair fue casualmente rozado por un poleao, e inmediatamente el nair se hizo dar muerte para no seguir viviendo en deshonor. Antes de doblar el cabo de Buena Esperanza, permanecimos nueve semanas frente a él, arriadas las velas, por el viento occidental y mistral en la proa, y tempestades pavorosas; cabo que ocupa los 34 1/2 grados, y a 1.600 leguas del de Malaca. Es el mayor y más peligroso del mundo.
Algunos de entre los nuestros -así enfermos, como sanos-, querían refugiarse en una factoría portuguesa por nombre Monzambich: por la nave, que hacía mucha agua; por el intenso frío; y, especialmente, por no tener qué llevarnos a la boca, salvo agua y arroz, ya que la carne que traíamos, por no haber dispuesto de sal, estaba enteramente putrefacta. Pero algunos de los otros, con más avaricia de su honor que de la propia vida, determinaron, vivos o muertos, encaminarse a España.