20/12/2021PIGAFETTA, 20-12-1521

El viernes, muy de mañana, presentose nuestro rey con los tres aludidos, y les mandó que se sumergieran con los cabellos sueltos, para que éstos notaran la fisura. Durante una buena hora estuvieron los tales en el fondo, sin dar tampoco con ella. El rey, cuando se convenció de que no quedaba remedio, dijo con más llanto: "¿Y quién irá ahora hasta España, ante mi señor, para darle noticias de mi?" Respondímosle que iría la Victoria, para no perder el levante que empezaba entonces; mientras la otra, hasta que la repararan, aguardaría al poniente, para acercarse a Darién que está en la otra parte del mundo, en la tierra de Diucatán.

El rey repuso que disponía de doscientos veinticinco calafates que se esforzarían en la compostura; y que a aquellos de los nuestros que se quedaran allí habría de tratarlos como a hijos propios, sin que les cumpliera otro esfuerzo que el de mandar sobre dichos calafates. Repitiendo esto con tal pasión, que nos hizo llorar a todos. Nosotros, los de la Victoria, temiendo que la nave se nos abriera por exceso de carga, la aligeramos de sesenta quintales de especias, depositándolas en el almacén, donde los otros habíanse refugiado. Algunos de nuestra carabela quisieron quedarse allí igualmente, por temor a que su casco no resistiera hasta España, pero, sobre todo, por miedo a morir de hambre.