22/05/2020PIGAFETTA, 22-05-1520

Permanecimos en él dos meses, sin ver a persona alguna.

Una nave llamada Santiago se perdió al salir a explorar la costa. Todos sus hombres se salvaron milagrosamente. Dos de ellos consiguieron llegar hasta nosotros y nos dieron la noticia. El capitán general destacó a algunos hombres con sacos de galleta. Durante dos meses nos vimos forzados a proveerlos de víveres, pues cada día rescataban alguna cosa de la perdida nao. La distancia hasta allá era de 24 leguas, que son cien millas; la senda, áspera y maleza todo. Invertíamos cuatro jornadas en el viaje; dormíamos sobre matojos; no encontrábamos agua que beber, sino hielo y en suma, nos agotaba la fatiga. En nuestro puerto abundaban sobremanera unos moluscos alargados, que llamamos "mejillones". Solían tener perlas, pero muy chicas, que nos estorbaban comerlos. Había también por allá incienso, avestruces, zorras; corrían conejos, menos grandes que los de Europa. En la cima del monte más alto, plantamos una cruz en demostración de que aquellas tierras eran del Rey de España y llamamos a aquél "Monte de Cristo".